miércoles, 30 de diciembre de 2009

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2 comentarios:

Nestor Adrian Barcena dijo...

El momento más importante.
La pausa entre un campeonato y otro es tiempo de reacomodación de los planteles. Es el momento más importante, en el que se decide gran parte del futuro. Decía Fernando Trueba, director de cine español, que si se eligen bien a los actores se asegura el 50% del éxito de la película. Algo parecido pasa en el fútbol. Si ahora en River elegimos bien, de acuerdo con las posibilidades del club, allanaremos el camino para los objetivos que perseguimos. Estos últimos partidos, cuando estuve a cargo del equipo, me permitieron hacer un diagnóstico más fundamentado de las necesidades. En primer lugar hay exceso de jugadores y por lo tanto la primera necesidad es reducir el plantel para poder trabajar con la atención y el respeto que merecen todos los futbolistas. Lo ideal es tener 2 jugadores por puesto, de parecidas condiciones, más el aporte de los juveniles de la casa, 3 arqueros de similar nivel, y un chico de las inferiores que iremos ayudando a formarse. No es fácil la tarea en ninguna parte, pero mas difícil aún en River, porque los que vengan, además de sus cualidades como jugadores, deberán acreditar la suficiente personalidad como para vestir la camiseta sin que les pese tanto prestigio. En eso estamos y confiamos en poder hacer un equipo y un plantel que cumpla con los dos objetivos que siempre tiene River: jugar bien para poder pelear el campeonato. Hay decenas de nombres que circulan, pero les aseguro que la mayoria de ellos no tienen nada que ver con nuestra realidad, y otros que nadie menciona y que cuentan con posibilidades. El presidente y el cuerpo técnico trabajamos de común acuerdo y estamos conectados en todo momento. Estamos muy ilusionados y esperanzados en que podremos hacer lo que nos proponemos. Un abrazo y en cuanto se concrete algo de lo que estamos procurando, la seguimos.
Publicado por Ángel Cappa

Nestor Adrian Barcena dijo...

SIGNORINI Y LOS SOFISMAS
Un sofisma es utilizar un argumento como verdadero que aunque lo parezca, no lo es. Fernando Signorini dio a entender que el Inter de Mourinho entrenaba como se lo hacía aquí en la Argentina en los años previos a 1958. En el programa de radio “Un buen momento” que se emite por La Red, le preguntaron al actual Preparador Físico de la Selección Argentina qué opinaba de la forma de trabajo de José Mourinho, el Entrenador del Inter de Italia, quien siempre utiliza la pelota para llevar adelante los entrenamientos de su equipo. Signorini contestó que esa forma de entrenar ya se utilizaba en la Argentina en los años cincuenta, pero que a raíz de la derrota del equipo nacional en el Mundial de 1958, donde se cuestionó la forma física de nuestros jugadores, lamentablemente nos habíamos inclinado por entrenamientos que privilegiaban el mejoramiento físico en detrimento del uso continuo de la pelota. Agregó, además, que los argentinos estamos acostumbrados a copiar todo lo que venga de afuera, como si ese solo hecho lo volviera bueno; y puso como ejemplo las bombas que Argentina tiró en Malvinas y no explotaron o los trenes que ahora compró este gobierno como si fueran de última generación –según dijo- y sin embargo eran desechados en España por vetustos. Luego amplió sus conceptos expresando que los holandeses, desde Rinus Mitchell (el padre del famoso equipo de Holanda en el Mundial de 1974), a Louis Van Gaal, habían llegado a la Argentina para observar cómo entrenábamos nosotros porque estaban admirados por la cantidad de jugadores talentosos que surgían de estas tierras y de nuestro vecino Uruguay.
Criticando el ser de los argentinos, Signorini no hizo más que mostrarse como un típico argentino, porque relativizó una metodología de entrenamiento (la que aplica Mourinho en Inter) moderna, original, estudiada en las mejores universidades de Europa, que tiene tanto seguidores como detractores, que se asienta sobre los más recientes estudios neuropsicomotores, que fue creada por el portugués Víctor Frade y no por Mourinho y que se basa en el pensamiento y en la teoría sistémica de resolución de los problemas, teoría esta que también se utiliza en distintas ciencias desde hace unos –relativamente- pocos años. Todo eso, para Signorini, acá lo hacíamos y lo sabíamos desde hace cincuenta años. Bien típico de los argentinos: “Qué me vienen a hablar a mi si esto nosotros lo hacíamos hace 50 años”. La verdad es que en la argentina, en esos años, no había, ni siquiera, una teoría del entrenamiento, nos aplicábamos a las tareas desde la casuística, según lo que otro u otros habían hecho antes.
Ahora bien, si según Signorini cambiamos después del año 1958 y comenzamos a entrenar privilegiando la parte física, me pregunto cómo hicimos para sacar a Maradona, Messi y tantos talentos que vinieron después, además de las copas del mundo que pudimos por primera vez conseguir. Tampoco se entiende por qué vinieron después los holandeses a observar nuestros métodos si, según él, después 1958, esos métodos ya eran los que se usaban en Europa.
Personalmente coincido muchísimo con los juicios de valor y la forma de comportarse de Signorini, pero en este caso hizo una apreciación superflua, falaz; tal vez le ocurrió, creo yo, por exacerbarse en defender una idea, la del juego, la de privilegiar lo lúdico sobre la tensión de un resultado que casi siempre es exigido por quienes solo miran los números y bastardean cualquier búsqueda que no concluya en el triunfo. Todo esto que a veces irrita justificadamente a los que propugnan otros valores, seguramente hizo trastabillar a Signorini relativizando una metodología de entrenamiento muy reciente y muy adecuada para conseguir que un equipo brinde un buen espectáculo. Claro que Mourinho la utiliza sin precaverse demasiado en la estética. Aunque sería sofístico argumentar que entrenando permanentemente con la pelota nos aseguraramos necesariamente el buen juego. Una cosa es necesaria –entrenar jugando con el balón- pero de ningún modo suficiente.
Adrián Adrover.